Su objetivo es identificar y controlar las funciones del pie a fin de disminuir el riesgo de sufrir patologías frecuentes en ellos o en otras estructuras interrelacionadas, fomentando la salud del paciente y de todos los miembros de su familia.
Para conseguir el control de futuras lesiones es importante acudir al podólogo al menos una vez al año. La frecuencia de las visitas varían en función de factores como la práctica deportiva, la edad, la profesión e incluso la presencia de patologías de base.
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